Celebramos en toda la
Orden con gran gozo la Solemnidad de san Agustín y de su madre Sta
Mónica. En nuestra Comunidad de Agustinas de Benicasim compartimos
estas fiestas con los PP Agustinos, sacerdotes, amigos, familiares y
vecinos.
El día 27 celebramos
Sta Mónica con Vísperas y Eucaristía Solemne. La devoción a esta
madre santa va creciendo. Lo que sabemos de Mónica lo sabemos por su
hijo Agustín. Nació en Tagaste (Argelia), creció en una casa
creyente, se casó a los 20 años con el joven Patricio, pagano, y
tuvo tres hijos: Agustín, Navigio y Perpetua. Mónica era la mujer
fuerte de la Biblia: sabia, pruedente, trabajadora, reconciliadora.
Mónica fue la primera maestra de Agustín y le inculcó en el
corazón la idea de un Dios providente, salvador y la vida eterna.
Mónica estaba preocupada por la vida espiritual de su hijo, dice
Agustín en el libro de Las Confesiones: “mi madre lloraba en tu
presencia por mí mucho más de lo que lloran las madres la muerte
física de sus hijos”, y atribuye su conversión a las oraciones y
sacrificios de su madre. Al convertirse Agustín, su madre se une al
grupo de amigos conversos, dice Agustín: “se unió a nosotros con
atuendo femenino, fe varonil, seguridad de anciana, amor de madre y
piedad de cristiana”. Sta Mónica sigue siendo un modelo para las
mujeres y madres de hoy. Luego de la celebración litúrgica
compartimos un ágape fraterno.
El día 28, solemnidad
de san Agustín, tuvimos Eucaristía solemne a las 12,30, presidida
por D. Joaquín Gillamón, recién nombrado párroco de la Sgda
Familia de Castellón y Visitador diocesano de las Monjas
Contemplativas de la Diócesis, y concelebrada por varios religiosos
Agustinos, PP. Blancos y sacerdotes diocesanos y amigos. Hubo buena
concurrencia de fieles, viviendo intensamente la liturgia. Después
se compartió una comida fraterna.
En la homilía resaltó
D. Joaquín como Agustín, buscador de la Sabiduría, herido por la
Palabra de Dios, enamorado de la Verdad, nos invita a tener esa
inquietud de búsqueda y a vivir como discípulos de Cristo en
Comunidades fraternas, creciendo en comunión, para tener una sola
alma y corazón orientados hacia Dios. Así mismo nos invitó a
experimentar cada día lo cantado en el Salmo responsorial: “Dichosos
los que bien en tu casa, alabándote siempre, Señor”
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