jueves, 21 de julio de 2011

VIDA CONTEMPLATIVA

“De este modo, con la riqueza de sus carismas,
las personas consagradas, brindan una específica aportación
a la Iglesia para que ésta profundice en su propio ser,
como sacramento de la unión íntima con Dios y de
la unidad de todo el género humano”. Vita consecrata, 46.






La vida contemplativa desde sus orígenes, sigue aportando su trabajo por el Reino y la edificación del Cuerpo de Cristo desde el silencio de sus claustros.
Vida sencilla, impregnada por la presencia de Dios en el trabajo, la oración, la Liturgia de las Horas, la fraternidad, el estudio, la lectura asidua de la Palabra de Dios.

En todo apunta la vida del monje hacia el absoluto de Dios. Un Dios que nos ama y que está deseoso de comunicarse con el hombre. Un Dios – Trinidad, cuya huella en el corazón del hombre hace que sea capaz de amar, de salir al encuentro del otro; de entregarse, como Cristo en la Cruz para la salvación de todos los hombres.

La vida contemplativa desde su parcela en la Iglesia y, a su vez, con los distintos carismas con que la adorna, camina en esta diócesis de Segorbe – Castellón junto con todo el Pueblo de Dios. Canta y alaba a su Señor como a su único Esposo, intercediendo por todos los que necesitan luz, consuelo, reconciliación, o no tienen voz, o que olvidan a Dios, o no tienen tiempo.

Nuestra vida, “estar con el Señor”, evoca lo que cada cristiano debe vivir en su corazón, en su intimidad y diálogo con Dios.

En el corazón de las contemplativas están los gozos y las esperanzas, tristezas y angustias de cada hombre. Su vida transcurre dentro de los muros de un monasterio, pero su corazón está abierto y cerca de todos, por su oración.

Con un ideal o meta que les une a todo bautizado: “LA SANTIDAD”.
        Y un “camino excelente” –según San Pablo- por el cual caminar: “EL AMOR”.
               
                Las Contemplativas de la Diócesis.
                                                       (Segorbe – Castellón)

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