martes, 26 de julio de 2011

CARMELITAS DE SAN JOSE, EL TESORO SECRETO DE CASTELLÓN

Pasado y presente de un oasis de Cielo en la ciudad
El 16 de julio es la fiesta de la Virgen del Carmen. Lo celebran la gente del mar, que reconocen en María el faro que lleva a buen puerto. Pero también es el día grande de la orden del Carmelo, que nació en la montaña de Palestina que le da nombre, también junto al mar, como un faro de espiritualidad que guía el corazón de hombres y mujeres hacia Dios. Su patrono, junto con la Madre de Dios, es el profeta Elías. Pero no era el único. En esa montaña, en tiempo de los reyes de Israel, había comunidades de profetas. Hoy, la familia carmelita sigue siendo una voz profética que transmite con poder la Palabra de Dios, aunque a menudo sea desde el retiro del claustro y el silencio de la oración.
Ese es el secreto del convento de San José, la comunidad de carmelitas descalzas de Castellón, que cumple 110 años de presencia en la ciudad. Su primera ubicación fue en la calle Ros de Ursino, donde ahora está el edificio de los carmelos de la parroquia del Carmen. En 1910 se trasladaron a la calle gobernador, frente al convento de las Capuchinas. Ahí estuvieron hasta el 1977, cuando construyeron gracias a benefactores el actual cenobio, junto a la basílica de la Virgen del Lledó.

La historia de esta comunidad, que actualmente cuenta con diez hermanas, está marcada por momentos de sufrimiento y de gracia. Las más veteranas recuerdan cómo las mayores explicaban que durante la guerra civil escondían el Santísimo de noche sacándolo por una puerta falsa del fondo del jardín, y lo llevaban a un almacén de plátanos. También una imagen del Niño Jesús se salvó porque unas niñas lo disfrazaron de Caperucita Roja. Al final tuvieron que exclaustrarse, pero ninguna perdió la vida.

Visitas ilustres

Sin embargo los buenos recuerdos son mucho más numerosos: la visita por sorpresa, y casi clandestina, de la Virgen del Lledó con motivo del 50 aniversario de su coronación a las capuchinas y las carmelitas, la veneración del brazo de Santa Teresa, el centenario de la fundación, el paso de las reliquias de Santa Teresita del Niño Jesús, o la visita de la Cruz y el Icono de la jornada Mundial de la Juventud en el mes de febrero: “no ha habido tanto bombo ni ruido, pero a nivel interno ha sido muy intenso: en esa cruz e icono hay un cúmulo de oración, de juventud, de Iglesia; ¡nunca habíamos visto la Iglesia universal tan dentro de casa!”, relatan las religiosas.
Y entre evento y evento, la vida cotidiana hecha de oración y trabajo. La comunidad de San José elaboran al mes más de 300.000 obleas, el pan que se utiliza para la consagración eucarística. La elaboración en sí es sencilla, pero requiere de una técnica meticulosa para marcar la diferencia: “Cuando los panes están hechos, se meten en una habitación para humedecer, y así se parten sin dejar partículas”. Muchos sacerdotes lo agradecen, ya que facilita la distribución de la comunión cuando el pan se convierte en el Cuerpo de Cristo.

“Ora et labora”

“No es un trabajo lucrativo –explican las carmelitas-  pero gracias a Dios somos sobrias y con lo necesario tenemos bastante; Valoramos más la calidad del trabajo que lo que sacamos en efectivo, y eso nos ayuda mucho en nuestra vida”. Además aseguran que con ello, “piensas en la elaboración de las formas y metes tu vida”. En definitiva es una actividad que no separa de Dios. ¿Es posible que Él esté lejano? Seguramente, pero de ordinario está muy cerca en la vida de las carmelitas.
Una muestra es la providencia material: “Una vez teníamos 700 pesetas en todo el convento. Vino una familia necesitada y la madre les dio 500. A continuación llegó el carbón para la calefacción y no teníamos con qué pagar. En ese instante, se presenta una señora y da el doble de lo necesario”. Cuando la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, recibieron el dinero para comprar los breviarios y misales adaptados. Lo ahorrado se destinó a comprar un sagrario, y al día siguiente llegó un banquero a darles una herencia por la misma cantidad.
Al mismo tiempo llevan la Diócesis en sus oraciones y en la ofrenda de sus vidas. Gran encuentro diocesano, planes de pastoral, JMJ, Nueva Evangelización: “Lo nuestro es la oración, y llevamos todos estos eventos en la oración. Si estamos en esta iglesia local es para orar por ella. Orar es nuestra profesión y si nos sacan de ahí, dejaríamos de ser”.
G.FARRÉ. Castellón. Hoja Parroquial

No hay comentarios:

Publicar un comentario